Cuando algunos países europeos comienzan a salir de la crisis, aunque sea moderadamente y creando poco empleo, aquí –no hace falta insistir– nos encontramos todavía en el fondo del pozo.
La gran batalla religiosa de nuestro tiempo no es la que libran creyentes y no creyentes. Está claro que ese es un conflicto importante y ciertamente ruidoso; nunca antes las voces de los detractores de la religión habían sido tan numerosas, fuertes o seguras como las de nuestros ateos proselitistas de hoy.
Una de las causas más profundas de la crisis actual y de las que pueden presentarse en el futuro es la falta de conciencia de lo que supone la globalización, que se refleja en la incapacidad de introducir el concepto de límites en nuestros comportamientos.
Desintoxicarse del deporte es imposible. Es una droga capaz de revertir hábitos como dejar de fumar, como romper con el sedentarismo o conservar la línea. Por salud, hacemos deporte.
La solidaridad sirve de guía para la conducta de muchos, y por eso se pregunta uno si debe ser solidario con los parados, con los inmigrantes o con los habitantes del tercer mundo; y, en caso afirmativo, hasta dónde.